Entre huracanes y tormentas tropicales (1996)

Oct 25, 2023 | Angela y Alberto

Foto de persona en paisaje tormentoso.

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Verán…hago estas anotaciones contemplando un mar Atlántico encrespado por la proximidad del Huracán Fran (n.e. el escrito data de 1996).

Las cadenas noticiosas de televisión, particularmente la meteorológica, nos mantienen muy alertas en cuanto a la evolución de Fran, Gustavo y compañía. Lo cual me lleva a trasladar en forma metafórica la situación a mi adorado tormento, Alberto*, cuyos vientos huracanados suelen alcanzar velocidades insólitas momentáneamente y tomar un rumbo difícil de predecir por satélite alguno ya que cuando comenzamos a fantasear que ya el huracán pasa a tormenta tropical y a anticipar una evolución que conlleve a chubascos esporádicos, nos vemos ante un huracán grado 5 (¡de armas tomar!). Para ilustrar lo anterior, contemplemos el panorama desde el satélite.

Este año escolar dediqué gran esfuerzo a soltar las riendas, entreabrir algo más la puerta de la «cerca invisible» o sea, a fomentar la independencia de mi hijo de 10 años, dentro de ciertos límites, dando pasos ciertamente adelante, otros de lado y otros atrás, pero logrando siempre un avance global a pesar de los desvíos inevitables. Es allí que la naturaleza tormentosa característica de Alberto surge siempre como el reto mayor que dificulta un avance más regular y constante.

Entre las campañas independentistas estratégicas implementadas en lo que va del ’96:

Operación relaciones vecinales:

Alberto baja, cruza la calle, juega largo rato en el parque y compra el pan del domingo en la panadería (a dos cuadras), ¡sin acompañante!…lo cual requirió una campaña previa de sensibilización vecinal (vigilantes y conserjes de los edificios cercanos, comerciantes, vendedores de raspado, de helado, los del kiosko de periódicos, etc.)…o sea, alerta roja y ojo pela’o, como decimos en Venezuela. Además, monitoreo esporádico de una servidora desde el balcón, asistida por unos binoculares rojo brillante de alta potencia e, inicialmente, un seguimiento inconspicuo por uno de sus hermanos. Evaluación de la experiencia: 8 sobre 10.

Operación relaciones comunitarias:

Alberto participa en una tropa de Scouts regulares. Evaluación de la experiencia: 9.5 sobre 10.

Operación plan vacacional integrado:

10 días en Granja Boconó, con Xilio y su gente. Evaluación: 12 sobre 10. Nada mal…un saldo muy positivo que nos llevó a todos a felicitarnos por los resultados obtenidos.

Sin embargo, Huracán Alberto tomó ímpetu hace un par de días, demostrando que aún no se reduce a «Tormenta Tropical».

En una visita a un centro comercial abierto, bajo un sol castigador, en un día feriado de verano donde la concurrencia de compradores batió record, Alberto, en un momento de energía desbordada, de impulso incontenible, arrastró las riendas y salió desbocado, rumbo desconocido (para los demás) y se extravió durante 45 interminables minutos entre la multitud.

Padeciendo de una gran imaginación hiperbólica, contemplé cualquier cantidad de desgracias, después de todo, nos encontrábamos en territorio auténtico norteamericano, nada de hispanoparlantes a la vista. Y si hubiese por suerte encontrado una persona que le entendiese y fuese de buena voluntad, ¿cómo podría Alberto dar una pista de cómo contactar a su familia si desconocía el entorno totalmente?, y ¿qué hay de los famosos secuestros de niños en los sitios públicos? (para ese entonces ya veía la linda cara de Alberto en potes de leche y carteleras en la oficina de correos)…¡desesperación total!

Ya deben todos sospechar que pude dar con él. ¿Cómo y dónde?…ese sería el tema de otro relato.

Reflexión post-facto…

Huracán Alberto a veces nos confunde y llega a darnos la ilusión de ser ya una «Tormenta Tropical» de menor intensidad. Pero nosotros, los que le seguimos la pista los 365 días del año desde su vórtice, debemos aceptar que se trata de un fenómeno meteorológico complejo y comprender que tenemos que saborear al máximo las treguas que se presentan, contentarnos con el hecho de que los vientos huracanados sean menos frecuentes…ah, y por último, nunca olvidarnos de cargar un buen paraguas o al menos aprender a disfrutar de la aventura de vivir entre vientos, lluvia y mareas.

*Nota editorial: El hijo de la autora, Alberto, tiene discpacidad intelectual  e hiperactividad.


Publicado originalmente en el boletín impreso Paso-a-Paso, Vol. 6.4 (1996)
Caracas – Venezuela

Compartido por Ángela Couret

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