Carta a Nico. Una carta de amor

Nov 10, 2023 | Los abuelos, Testimonios

Acto de escribir sobre un papel con una pluma fuente.

Compartir

Nicolás Molina Herrera es un varón que tiene 10 años, es morocho de Simón y está afectado por el síndrome del autismo. Su desarrollo esta siendo muy lento lo que significa que va avanzando poco a poco. Esta rodeado de mucho amor y es el objeto de todas las atenciones por parte de sus familiares.

Es un niño muy dulce, asiste a su colegio Cepia y lleva muy seriamente su dieta. Yo soy su abuela, la mamá de su papá y esta carta se la escribí una mañana cuando su ausencia se me hizo tan profunda como son las que él vive cada día.   

La envié al Concurso de Cartas de Amor de Montblanc con el propósito de dar a conocer este desorden del desarrollo, y  motivar a diferentes grupos a colaborar en su atención. De 8.000 cartas participantes, tuve la gran satisfacción de quedar entre las diez finalistas quienes en acto público leímos nuestras cartas y el jurado me otorgó el segundo lugar. Fue muy gratificante sentir la empatía de los asistentes y de mis compañeros participantes.  Creo que, de ahora en adelante, se acercaran al autismo con una visión diferente.

Agradezco la oportunidad de continuar difundiéndola con la esperanza de convocar más voluntades para ayudar a superar estos casos.  

Graciela Pantin, Caracas, Abril 08


Mi querido Nico.

Acabo de dejarte en tu colegio. Entro en casa y me envuelve tu ausencia. Intuyo que conoces este sentimiento. Poseída por ese silencio, te escribo esta carta con la esperanza de que algún día la podrás leer.

Esta mañana te presioné mucho para que llegásemos a tiempo y aún escucho el eco de tu resistencia, pero, qué puedo hacer, la vida es así. Apurarse, no olvidar los útiles, tener la tarea hecha, son muchos los compromisos. Y para ti, todo es más difícil que para otros.

En mi vida ya han pasado 61 años y tú tienes sólo 10. Sé que han sido intensos, pero ¡bravo, Nico!, ya has alcanzado importantes victorias. Naciste luchando contra la muerte y ganaste. Hoy estás aquí con nosotros. Aprender te cuesta un poco más que a tus compañeros, pero ya sabes contar hasta diez. No se te dan bien los deportes. Tampoco nadar porque tragas mucha agua. Pero te encantan las pelotas y no le tienes miedo al mar.

A veces te llamo y pareciera que no me escuchases. Te me pierdes cuando salimos juntos y me angustio mucho, pero sé que te encuentro siempre cerca de una alcantarilla. No logro entender por qué te atraen tanto.

Nos tomó muchos días para que aprendieras el color verde, pero al fin pudiste, y ya no lo confundes con el blanco.

Cuando me miras porque quieres un helado y yo no debo dártelo, mi sentimiento de culpa se entrelaza con tu mirada resignada. Te quedas quieto, con expresión de abandono. Pero en cambio disfruto contigo cuando te comes un aguacate ante los ojos aterrorizados de tu hermano, que ni lo prueba. En eso le ganas a todos tus primos.

No te gusta que te abrace, y yo lo necesito tanto. Pero te respeto. Sólo lo hago cuando duermes en mi cama, o cuando lo haces meciéndote en el chinchorro. Entonces aprovecho para acariciarte, apretarte la manito o simplemente pasar un rato viéndote. Estás en silencio, esta vez no por tu autismo sino porque sueñas.

Tus lejanías están envueltas en misterios que trato de descubrir en el fondo de tus ojos, pero ellos me ven sin mirarme. De repente te volteas, colocas el dorso de tu mano en mi cuello y cuando suavemente me acaricias, recibo de ti la respuesta cálida, tu más grande expresión de cariño.

Los especialistas dicen que los niños como tú no tienen amigos. Eso hace más difícil la vida. Pero haré lo posible para ayudar a poblarla. Te enseñaré a leer. Te llevaré más a la montaña, te dejaré jugar con el chorro de agua, podrás palmear todas las alcantarillas que encuentres y te daré la mano cada vez que quieras meterte al mar y …te prometo que si me gano el premio Montblanc, irás conmigo a Buenos Aires… Te va a encantar ese viaje de avión, comer la carne que tanto te gusta y quizás aprender a cantar un tango, pues se te da bien la música. Pero este es otro secreto entre nosotros.

Como eres un niño especial, contigo he aprendido a ser una abuela especial. Y en eso caminamos juntos. A veces tú me enseñas, otras te enseño yo.

Termino esta carta, no puedo dejarme tomar por las saudades de tu ausencia. En ella quiero decirte que te quiero, te entiendo, que cuando no estás comparto tu inmenso vacío y que prometo estar cerca sin hacerte mucho ruido.

Mientras tanto, continuaré inventando cómo ayudarte a vivir.

Te besa, aunque después te limpies tu cachete,

Tu abuela,

Lele


Sobre la autora: Graciela Pantin, abuela de Nico, de 10 años, con Autismo
Caracas - Abril 2008
Details

Compartido por Archivo bibliografico de Paso-a-Paso

Iniciativa informativa venezolana, especializada en temas relacionados con la discapacidad. Antes en Caracas. Ahora en Estados Unidos.

También te puede interesar

0 Comments

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Loading...